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¿Dónde está el límite del ser humano? ¿Hasta qué punto se puede arriesgar la vida con el fin de llegar un paso más lejos? ¿Cuáles son las razones que incitan a llevar el deporte hasta el extremo?

¿Por qué escalar montañas? Suelen preguntar. La respuesta más sencilla la dio George Mallory: "Porque están ahí". No hay razón más sencilla que esa, aunque se puede aderezar con comentarios del tipo: por las sensaciones que produce, por el encuentro con uno mismo, por comprobar el límite del cuerpo, por sentir la máxima expresión de la soledad...


Dan Osman (EEUU,1963; EEUU, 1998) fue un tipo que llevó su estilo de vida hasta el límite. Aprendiendo a escalar a la temprana edad de 12 años, Dan Osman, o Dano, como le solían llamar, inició una afición que acabaría por ser el único pilar de su vida. 

La escalada le llevó a buscar nuevos desafíos y acabó por ser practicante de deportes extremos como la caída libre desde acantilados o la escalada natural (sin cuerdas), también conocida como free-soloing.


Como si de una droga se tratara, Dan Osman necesitaba ponerse a prueba constantemente, razón por la cual sólo trabajó esporádicamente, supongo que para mantenerse con lo mínimo en su casa construida en un árbol en el Parque Nacional de Yosemite, lugar donde solía escalar y hacer los saltos al vacío.

La temeridad de Dan llegó hasta tal punto que los guardias forestales de Yosemite le perseguían cuando le veían; sus actividades podían incitar a otros a hacerlas. Así que a la peligrosidad de sus aficiones había que añadir la tensión por ser descubierto por los rangers.
A pesar de esas persecuciones, siguió haciendo de las suyas hasta que un día los rangers le retuvieron. No existía razón alguna para detenerle hasta que descubrieron que su carnet de conducir estaba caducado y que llevaba un arma en el coche. Le metieron 22 días en la cárcel.

Cuando volvió a ser libre (gracias a que sus amigos pagaron la fianza de 25000 dólares), regresó a Yosemite y se dispuso a hacer un salto al vacío desde el Learning Tower con las cuerdas que llevaban preparadas desde hacía unas tres semanas. Esas cuerdas habían soportado las inclemencias climáticas y podían estar en malas condiciones. Sin embargo, no fue eso lo que provocó el accidente que acabaría con su vida, sino un cambio en el ángulo de salto. El desenlace fue que unas cuerdas se enredaron y se cortaron.

35 años vividos al límite. 35 años buscando el cielo y el suelo. Al final tuvo que llegar al suelo para encontrar el cielo.